Musica de rebote

Películas, libros, música. Uno dice lo que le ha parecido y los demás apoyan o rebaten. Lo suyo es recomendar mutuamente músicas y hacer que reboten opiniones y disfrutes.

10.22.2006

The Beatles - Abbey Road

A menudo la afinidad por un disco u otro no depende del todo de la música, sino de lo que ésta nos recuerda, lo que estábamos haciendo cuando lo escuchamos por vez primera, o alguien dulce que era aficionado incondicional, o un día triste que se enmendó por el abrazo de la melodía.

Hay sensaciones subjetivas que uno quisiera universales, como el Shoo con que "Come together" comienza, unido a esas palmadas con eco (al estilo de los estudios Sun donde Elvis se ponía a 20 metros del micrófono para retumbar aún más), unido indisolublemente. Lo que este disco me recuerda es que en mi infancia, cuando mi padre nos lo ponía en casa o en el cassette del coche, yo me preguntaba dónde se podría conseguir el instrumento que hacía ese Shhhhhukuk! tan vacilón, como si fueran unos palitos que mandan callar antes de sonar, para que oigas mejor el resto. Come together parece la pieza de estudio donde cada instrumento tiene el sonido más redondo que se puede lograr. Un bajo trotón, masticable y a veces deslizante, como un chicle dulzón y jugoso. Una batería con parches de cuero en el punto de desgaste justo, como el que buscas en una cartera de piel, a punto de agujerearse, pero flexible y manejera, con los platos guardados exactamente una semana en el sótano para que el óxido le muerda el oído al que se acerce demasiado. La guitarra acompaña calladamente el principio, meciendo un rock discreto, a la espera de que a medida que avanza el tema pueda ponerse respondona con la voz de Lennon, 2, como diciéndole: " A ver si ahora puedes imitar esta melodía, llevándole la voz cantante al cantante.

10.01.2006

Spacemen 3 - Recurring

Después de la inmensa cumbre (artística) de "Playing with Fire" (o fondo abisal de su salud), Sonic Boom (Peter Kember) y Jason Spaceman (Jason Pierce) se llevaban a matar, hasta el punto de que cada uno grabó una cara del LP sin contar en absoluto con el otro. Cuanto más conflicto y más dolor, más crece el arte.



Desde Big City hasta Set Me Free, Sonic se recrea en un mundo de teclado casio, drones, zumbidos y fantasmales voces reverberantes que en una de sus últimas ocasiones de estar en gracia consigue trasladar al oyente a sus artificales paraísos del espacio exterior. Delicias con tópicas declaraciones de amor a una mujer en polvo y cucharilla.

En el otro lado, Jason está muy triste, hipnotizado y con más capas de sonido que una cebolla. La reverberación también está presente, y la habilidad para crear cimas de sonidos acumulados es mayúscula. Parece el manual del usuario de Spiritualized.

Recuerdo que hace años me dedicaba a emborronar libretas escribiendo que Jason era un vulgar currante que aprovechaba los destellos intuitivos del gandul de Sonic, y puede que sea cierto, aunque ahora, un poco más crecidito, pienso que el gandul de Sonic se dejó esquilmar por Jason y le está bien empleado, pues si no, nos habríamos tenido que conformar con un interminable drone o con una tecla del casio pegada con cinta adhesiva para que suene todo el rato mientras él babeaba su adicción.